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Caridad diocesana en tiempos de COVID

30 octubre, 2020

El obispo de la Diócesis de Salamanca, Carlos López Hernández, presentó el pasado 22 de julio el primer fondo diocesano social destinado a las familias más afectadas por el coronavirus.

“Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo” es el lema del Día la Iglesia Diocesana que se celebrará este año el 8 de noviembre. Para dar testimonio de la vida de la Iglesia en Salamanca y su labor en diferentes ámbitos, como familia, iniciamos el primero de los reportajes en profundidad. Se trata de recordar la puesta en marcha del primer fondo social diocesano destinado a ayudar a las familias más afectadas por la pandemia, de 500.000 euros, y que está gestionado por Cáritas.

El pasado 22 de julio, el obispo de la Diócesis de Salamanca, Carlos López Hernández, anunció la creación de un fondo con el que se pretendía dar respuesta a la petición de ayuda de numerosas familias que tras el inicio de la pandemia se han quedado sin ingresos ni empleo, y por todo ello, no pueden hacer frente a los gastos básicos, como el alquiler de vivienda o el pago de suministros.

Para López Hernández, “la caridad con los hermanos en grave ausencia de medios económicos es ahora más importante y urgente que otras relativas necesidades”.  El obispo diocesano también evocó las palabras del Papa Francisco para referirse a este fondo diocesano: “Queremos una Iglesia pobre y para los pobres, y, si tenemos que vivir en más sobriedad pues lo asumiremos”.

Desde entonces no han cesado las ayudas a familias afectadas por la pandemia. José Mª Rodríguez, secretario general de Cáritas explicar el importante aumento: “nuestros gastos de apoyo a las familias en la primera línea de necesidades básicas han sido de 349.432 euros, prácticamente el 70% del fondo ya gastado”. 

En cuanto a los datos, la diferencia que hay de gasto de Cáritas para cubrir necesidades básicas desde que comenzó la pandemia hasta finales de septiembre, ha sido de 884.611 euros, que supone un 90% más que lo que fue en ese periodo de 2019. La explicación es clara: “las familias no tenían un espacio de referencia para poder acudir a la atención a las necesidades básicas, y Cáritas hace un esfuerzo grande de apoyar económicamente, de apoyar a las familias”.

Por su parte, la directora de Cáritas diocesana de Salamanca, Carmen Calzada, considera que este fondo ha sido doblemente importante, “primero por lo que supone de ánimo y esperanza de que Cáritas haya hecho este apoyo”. En este sentido, valora la presencia de diócesis, “ante la realidad de sufrimiento y de dolor que está pasando la sociedad en general, y la salmantina en particular”. Se trata de un gesto de “fraternidad” muy importante.

El fondo social diocesano quedó abierto a que se pudieran sumarse con nuevas contribuciones de instituciones o de particulares, que hasta el día de hoy ha obtenido una respuesta cifrada en 8.523 euros. “Hacemos una llamada, pero nos parece que no es que esté parado, es que la realidad es muy dura para todos”, admite Calzada. La directora de Cáritas diocesana reconoce que nos hemos tenido que reinventar, “pero no solo por el covid, sino porque tenemos que estar atentos al contexto, porque el mundo de la pobreza y la exclusión son rostros humanos”.

La responsable del servicio de acogida y atención primaria de Cáritas es Oliva Martín, quien detalla que en este momento, “una de las cosas que más observamos es la cantidad de familias nuevas que acudieron al recurso y no habían sido jamás usuarias de servicios sociales”. Como ella misma admite, “la situación sanitaria dio lugar a unas consecuencias económicas que todos conocemos, principalmente de ERTES, aunque también algunas de despidos, y eso hizo que algunas familias que vivían bien, pero al día, se encontrasen sin un colchón de ahorro suficiente para todos los meses que ha acontecido esta situación”.

Esta responsable señala que algunas pudieron subsistir los primeros meses, “otras tiraron de familiares que pudieron ayudarlas, pero llegó un momento que tuvieron que acudir a Cáritas”. Asimismo, aclara que las familias que acudían de forma puntual a la organización, “han venido desgraciadamente manteniéndose en el tiempo y necesitando varias ayudas”.

A lo largo de este año en torno a 2.000 familias han acudido a Cáritas, y el número de ayudas, según reitera, “es mucho más elevado porque hay familias que han necesitado más de una ayuda y en diferentes conceptos”. Oliva Martín asegura que la mayoría del presupuesto se va en vivienda, “pero es verdad que hemos aumentado también las ayudas de alimentación y suministros“. Por último, Oliva recuerda que detrás de cada cifra, “están las situaciones de cada persona y de cada familia, que son rostros de mucho sufrimiento”.

Una nueva forma de trabajar

Una de las trabajadoras sociales de Cáritas en el servicio de acogida es Virginia Fernández, quien confirma que con la llegada de la pandemia se vieron obligadas a cambiar su forma trabajar, “de una labor presencial, a telefónica, de estar con la gente cada una desde nuestras casas”. Para todo el equipo ha sido un aprendizaje, “y aunque desde la distancia, siempre con cercanía”, con un volumen alto de atención de llamadas telefónicas. Las personas agradecían la atención y la escucha, “ya no solo por el tema económico, sino también por esa situación de incertidumbre y de miedo a la enfermedad y la soledad”.

En primera persona:

Khadija Farass ha sido una de las personas atendidas por Cáritas en este tiempo de pandemia. En su caso, madre de tres hijas, de una familia monoparental, tras superarse de su marido. Esta joven, natural de Marruecos, de 33 años, pidió ayuda a esta organización diocesana tras sufrir un ERTE en el trabajo de hostelería que tenía, “la nómina estaba baja, de unos 400 euros, y me daban el 70%, y ese ingreso con tres niños era muy difícil afrontar los gastos”.

Ella conoce a Cáritas desde hace tiempo, ya que, tras llegar a Salamanca, hace ya siete años, se formó y consiguió un trabajo en La Encina. En pleno confinamiento, Khadija Farass fue a pedir ayuda a su parroquia de referencia, “pedí ayuda sobre todo de alquiler, que es donde más se gasta el dinero, y llevamos así desde marzo y hasta junio”. Para ella y su familia han sido unos meses complicados, “cobraba 300 y pico al mes, y era muy poco para sacar adelante a tres niños, y Cáritas me ha ayudado muchísimo”. Esta joven también valora el apoyo “emocional”, más allá del económico.

Reportaje del servicio de comunicación de la diócesis de Salamanca.

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