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Carta del obispo D. Carlos López por el trabajo decente

7 octubre, 2019

La Semana de Pastoral, con la que hemos iniciado el año pastoral, ha estado en esta ocasión bajo el signo de la Cruz de Lampedusa, que es memoria del dolor que lleva consigo la búsqueda necesaria de un trabajo a la medida de la dignidad humana.

Y estamos ya en la celebración del Mes Misionero Extraordinario, que nos llama a todos los bautizados a asumir el envío a la misión de ser testigos del Evangelio en medio del mundo, para configurar con su espíritu todas las realidades sociales, también el ámbito del trabajo humano.

La Jornada por el Trabajo decente es una expresión de la dimensión social de
la fe y del compromiso misionero de los cristianos, y hemos de vivirla como envío de los bautizados a la misión en el Mes Misionero Extraordinario. La Jornada por el Trabajo decente tiene su origen en la llamada que hizo el Papa san Juan Pablo II durante el Gran Jubileo del año 2000, en concreto el día 1 de mayo, con ocasión del Jubileo de los Trabajadores, a “una coalición mundial a favor del trabajo decente”.

Y también Benedicto XVI reclamó la decencia del trabajo, habida cuenta de que “los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano”. “Pero, ¿qué significa la palabra `decencia´ aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga
que los trabajadores sean tear la solidaridad´ no ya como mera asistencia a favor de los más pobres, sino como replanteamiento global de todo el sistema económico de manera coherente con los derechos fundamentales de todos los hombres.

La crisis actual ámbito del trabajo no es solo económica y financiera, sino que hunde sus raíces en una crisis ética y antropológica. Seguir a los ídolos del poder, del beneficio, del dinero, por encima del valor de la persona humana, se ha vuelto norma fundamental de funcionamiento y criterio decisivo de organización. Se ha olvidado y se sigue olvidando que por encima de los negocios y de la lógica del mercado está el ser humano, y lo que a él se le debe en virtud de su dignidad inviolable. La idolatría del dinero quita dignidad e impide crear empleo.

Os invito a orar por el cambio de las mentes y los corazones que haga posible una forma nueva, evangélica y auténticamente humana, de organizar el sistema económico y del trabajo. Podemos hacer comunitariamente esta oración participando en la Vigilia por el Trabajo decente, que se celebrará el lunes, día 7, a las 20,15 horas, en la iglesia de las Esclavas, en la calle Azafranal.

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