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El círculo de silencio de julio nos invita a reflexionar sobre la pobreza alimentaria

26 julio, 2019

Como cada último jueves de mes, ayer tuvo lugar un nuevo encuentro de los círculos de silencio, una movilización silenciosa a favor de los derechos de todos. En esta ocasión, el círculo de silencio giró en torno a la pobreza alimentaria y se celebró al mismo tiempo en Cáceres y en Beja (Portugal).

Al finalizar el círculo se dio lectura al siguiente manifiesto:

La mitad de la comida que producimos en el mundo es desaprovechada. Ni siquiera llega a nuestras mesas. Sin embargo, ya son más de 800 millones de personas en el mundo las que no tienen acceso a la comida, padecen inseguridad alimentaria, pobreza alimentaria o malnutrición.

El modelo de producción, aprovisionamiento, distribución y consumo de alimentos actual ha sido incapaz de resolver los problemas de seguridad y de soberanía alimentaria de la población. Sólo con la mitad de las pérdidas alimentarias actuales se podría nutrir toda la población que actualmente pasa hambre en el mundo.

Los efectos ambientales del despilfarro se manifiestan en la reducción de tierras fértiles disponibles, en la pérdida de diversidad biológica, en el derroche de agua potable y energía y contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero.

No se trata de un tema de caridad o de beneficencia, se trata de Derechos Humanos. poner fin al hambre, y mejorar la nutrición, es uno de los objetivos de desarrollo sostenible aprobado por la comunidad internacional para ser alcanzado en el año 2030. Para ello el compromiso debe ser el de:

  1. Sensibilizar y educar a la sociedad sobre el problema del desperdicio de alimentos, promoviendo la formación en el buen manejo y aprovechamiento de los alimentos en todas las etapas de la cadena alimentaria y los hogares, colaborando en su reducción a la mitad para el año 2025, en la línea de la resolución del Parlamento Europeo del 19 de enero de 2012.
  2. Llevar a cabo mayores esfuerzos para frenar el del riesgo de desastres ambientales.
  3. Desarrollar un cambio hacia la agricultura sostenible, que puedan proporcionar alimentos  saludables y de calidad para todos.
  4. Apoyar la investigación y la innovación orientada al aprovechamiento total de los alimentos.
  5. Promover los cambios normativos y la seguridad jurídica que favorezca el aprovechamiento de los alimentos, garantizando su salubridad.
  6. Exigir políticas sociales que presten especial atención a los grupos más vulnerables a las consecuencias negativas de un acceso inadecuado a los alimentos: lactantes, niños menores de 5 años, niños en edad escolar, adolescentes y mujeres.

El hambre en el mundo no se debe sólo a la escasez ni a causas de tipo natural, sino, fundamentalmente, al comportamiento humano”.

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