La salida formativa permitió conocer enclaves emblemáticos como El Bosque de Béjar y el Coto de Nuestra Señora del Carmen, además de visitar Montemayor del Río y sus oficios tradicionales, en una experiencia que combinó aprendizaje, convivencia y contacto con la naturaleza.
Los participantes de la 2ª fase del Centro de Atención a las Drogodependencias de Cáritas Salamanca y del Taller de Jardinería disfrutaron el 20 de noviembre de una enriquecedora experiencia formativa en la Sierra de Béjar. Una jornada destinada no solo a ampliar conocimientos técnicos sobre jardinería y patrimonio natural, sino también a fortalecer la convivencia, el bienestar emocional y el contacto con la naturaleza en pleno otoño. Voluntarios y personas en prácticas acompañaron al grupo en una salida que dejó aprendizajes, emociones y agradecimiento.
La primera parada fue El Bosque de Béjar, un impresionante conjunto renacentista construido en 1567 por el Duque de Béjar y que hoy gestionan conjuntamente el Ayuntamiento de Béjar y la Junta de Castilla y León. Declarado Jardín Artístico en 1946 y Bien de Interés Cultural en 1982, se trata de uno de los pocos jardines históricos que se conservan en Castilla y León. Allí les esperaba Eusebio, guía del enclave, quien explicó la estructura de las tres terrazas que componen la villa suburbana.
La terraza principal alberga el palacete, la capilla y las antiguas caballerizas, custodiadas por un gran estanque con templete central y fuentes emblemáticas como la de la Sábana o la de los Ocho Caños. En la segunda terraza se abre el jardín romántico, reorganizado en el siglo XIX e introduciendo especies exóticas que llamaron la atención de los participantes. El profesor de jardinería, Rolando, aprovechó la visita para identificar junto al grupo las distintas especies arbóreas y proponer un ejercicio de terapia natural: abrazar una majestuosa secuoya centenaria para conectar con la energía del propio árbol. La experiencia, según algunos, resultó sorprendentemente intensa y positiva. En la última terraza se encuentra la huerta, que aún conserva algunos frutales y ofrece un tranquilo paseo por la Alameda.
La ruta continuó en el Coto de Nuestra Señora del Carmen, una joya paisajística situada en Peñacaballera y considerada uno de los jardines naturalizados más bellos de la provincia. Rosa Tavira, su propietaria, acompañó al grupo explicando la historia del recinto, impulsado a finales del siglo XIX por el Conde de Palacios con clara influencia del paisajismo inglés. Sin seguir simetrías, las especies surgen casi de forma espontánea: araucarias, secuoyas, robles rojos, cedros del Himalaya y de Oregón conviven con laureles, tejos, cerezos y distintos abetos. Paseos, fuentes, una larga escalinata de 104 peldaños y rincones de descanso dibujan un espacio que se adapta al relieve natural. La guía recibió un cariñoso agradecimiento por parte del grupo, que quedó impresionado por su conocimiento y dedicación.
Ya en Montemayor del Río, el voluntario Lorenzo ejerció de anfitrión mostrando su pueblo. El recorrido comenzó en el Castillo de San Vicente, fortaleza del siglo XII que defendía el paso de la Submeseta Sur hacia Castilla. También visitaron la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, ejemplo del románico de transición al gótico. La jornada incluyó además un acercamiento a la tradición cestera local: un oficio transmitido durante generaciones y que aún mantienen catorce artesanos, trabajando la madera joven de los castaños circundantes.
No faltó la tradicional paella elaborada por José María, esta vez en casa del propio Lorenzo, que permitió al grupo compartir un momento de descanso, gratitud y humor. Y ya por la tarde, visitaron la fábrica Maderas Pablo Jiménez, donde conocieron el proceso de elaboración de toneles de roble francés y europeo, fundamentales para la producción vinícola y apreciados por los aromas que aportan: notas afrutadas, vainilla, especias o tostados.
La jornada concluyó con la recolección de frutos otoñales —castañas, bellotas, nueces y avellanas— destinados al vivero del taller.
Los participantes destacaron el excelente ambiente, la hospitalidad de Lorenzo y el valor formativo de una actividad que les permitió aprender, desconectar y disfrutar de la belleza del patrimonio natural y cultural de la Sierra de Béjar. Una experiencia que, sin duda, seguirá dando fruto.
Un proyecto financiado por el IRPF de la Junta de Castilla y León y el Plan Municipal de Adicciones del Ayuntamiento de Salamanca, junto con fondos propios.








Colabora
Grupo Undanet