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Cáritas alerta sobre la especial vulnerabilidad de los mayores en aspectos como las pensiones y la dependencia

1 octubre, 2015

Advierte sobre el riesgo de exclusión que supone aplicar medidas económicas que afecten a su dignidad y a sus derechos

Con motivo del Día Internacional de las Personas de Edad, que se celebra hoy, Cáritas Española llama la atención sobre la necesidad de defender la dignidad de las personas mayores, en unos momentos en los que su situación es especialmente vulnerable debido a la precariedad a la que se enfrentan en ámbitos como las pensiones o la dependencia.
Acelerado proceso de envejecimiento
Nuestro país figura entre los que, a nivel europeo, necesitan una mayor toma de conciencia sobre estas carencias, sobre todo debido al hecho de que España avanza aceleradamente en su proceso de envejecimiento. Actualmente hay cerca de 8,5 millones de personas mayores de 65 años, que representan el 18% del total de la población. A su vez, sigue aumentando la proporción de octogenarios, que suponen el 5,7% de toda la población española. Dentro de diez años, estas cifras se habrán disparado y es probable que el porcentaje de mayores en 2050 sea más del doble que en la actualidad.
Los avances de la medicina y la mejora de la calidad de vida están contribuyendo a prolongar la vida humana como nunca había sido posible. Y debemos entender la presencia de tantas personas mayores como una nueva riqueza, que beneficia a cada persona individualmente y a toda la sociedad en su conjunto.
El riesgo de reducir los recursos
Pero esta tendencia debe afrontarse introduciendo muchos cambios en el modo de interpretar la vejez y en los recursos necesarios para sostener a todos los mayores con la debida calidad de vida. De ahí la necesidad de alertar sobre las tentaciones de aplicar medidas económicas que afecten a su dignidad y a sus derechos.
En el reciente informe “Índice Global de Envejecimiento, AgeWatch 2015” publicado por Help-Age, se señala que las medidas de austeridad aplicadas en los últimos años han golpeado de manera especial a las personas mayores de Europa y América del Norte, cuyas pensiones se han visto negativamente afectadas por los recortes. Otros impactos negativos han sido los recortes generalizados en la atención a la salud, la asistencia en el hogar, la subvención del transporte y las altas tasas de desempleo en el grupo de edad de entre 50 y 65 años.
Impacto sobre la dependencia
Otro tanto cabría decir de la atención a la dependencia, objeto de unas restricciones que han supuesto una fuente de sufrimiento para muchas de las personas que deberían haberse sentido apoyadas en sus necesidades de cuidados básicos. Así se constata en el VII Informe FOESSA (2014), que señala, entre otras cuestiones, cómo la reforma de la Ley de Apoyo a la Dependencia (LAPAD) ha supuesto una merma de las cuantías de las prestaciones económicas y de las intensidades de los servicios.
Es evidente que este no es un modelo de políticas sociales orientado a facilitar la protección de las personas mayores. De hecho, de no actuar en sentido contrario se estará avanzando hacia un riesgo real de marginación social de los mayores. Una situación que encuentra, además, un terreno abonado en una sociedad que valora en exceso la eficiencia, la capacidad de producción y consumo, que exalta la imagen de la persona siempre joven y que termina por excluir de sus espacios de relaciones sociales a quienes no pueden responder a esas exigencias.
Evitar una espiral de marginación social
Para Cáritas, urge tomar conciencia de hasta qué punto resulta dramática –incluso en términos de salud y calidad de vida– esta espiral de marginación en las relaciones humanas de las personas mayores, que se ven abocadas no sólo al alejamiento de sus conciudadanos, sino al abandono, la soledad y el aislamiento.
Estos problemas se multiplican si, como sucede con frecuencia, las personas mayores, en contra de su voluntad, se ven obligadas, por razones clínicas o de requerimiento de cuidados, a abandonar su casa cuando aparecen situaciones de fragilidad o dependencia, o porque su vivienda ya no les permite desenvolverse con plena normalidad ni facilita su autonomía.
En ese sentido, las residencias de mayores deben dar la mayor prioridad al respeto a la autonomía y la personalidad de cada persona –garantizándole la posibilidad de desarrollar actividades vinculadas a sus propios intereses–, y a prestar todas las atenciones que requiere la edad que avanza, dando a la acogida una dimensión lo más familiar posible.
Contra la cultura de la indiferencia y la competitividad
En conclusión, Cáritas apela en esta Día Internacional, a defender la dignidad de las personas mayores mediante un mayor compromiso en la transformación de la cultura de la indiferencia, del individualismo exasperado, la competitividad y el utilitarismo, que actualmente amenazan todos los ámbitos de la convivencia humana. Es urgente evitar toda ruptura entre generaciones, promoviendo una nueva mentalidad que nos permita tomar plena conciencia de toda la riqueza que los mayores tienen que aportar a la vida social.
Es una responsabilidad que nos compete a todos, a cada ciudadano, a las familias, a las asociaciones, los poderes públicos y los organismos internacionales, según las competencias y deberes de cada cual en la construcción de una sociedad siempre más humana y sensible a la dignidad de los más vulnerables.

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