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Carta del director general de Cáritas Jordania

27 octubre, 2015

Wael Suleiman comienza su escrito haciendo una llamada de atención desde la tierra donde murió el amor y se enterró la paz.

Para Michel Roy
Secretario General de CI
¡Saludos desde una tierra donde murió el amor y se enterró la paz!
Estimado Michel:
La humanidad está atravesando una era extremadamente complicada; un caos desplegado que barre la moral, la ética y los principios de nuestro mundo, un mal funcionamiento del orden mundial que una vez fue creado por el hombre para organizar su vida y la de los demás.
Oriente Medio es una de las víctimas de este irresponsable caos por el que el hombre está pagando un precio muy alto, empezando por Palestina que lleva sangrando más de 65 años. Por esta causa se han celebrado multitud conferencias, numerosos seminarios, así como reuniones. A día de hoy, Palestina sigue sangrando y su gente ampliamente esparcida por todo el mundo. A todo esto se le suman los conflictos en la región, tales como las guerras civiles en el Líbano, Egipto, la invasión de Irak, la división de Sudán, la hambruna en Somalia y Yibuti, la guerra sectaria en Yemen, la situación de seguridad desestabilizada de Bahréin, y las feroces guerras contra Israel durante más de 70 años, entre otros.
Posteriormente, hemos vivido “la primavera árabe” que ha provocado que las cosas vayan de mal en peor empezando por Túnez Verde para, a continuación, extenderse ferozmente por Egipto y destruir Libia. Hoy en día, está desarraigando la antigua historia del Levante en Siria e Irak.
El sufrimiento es cada vez mayor, se está derramando sangre como si de cataratas se tratase por toda nuestra tierra sagrada. Estamos pagando el precio por nuestro patrimonio histórico, por nuestra abundante diversidad de civilizaciones únicas y destacadas. Estamos pagando el precio por la tierra que fue elegida como cuna de profetas, una tierra fértil desde donde se enviaron mensajes divinos a todo el mundo. Estamos pagando el precio por la belleza de la naturaleza y el esplendor del desierto, por la abundancia de los ríos y los mares en todas partes, el país de las pirámides, Petra, Babilonia, Palmira, los Santos del Líbano, la Mezquita de Al Aqsa, nuestras iglesias de la Natividad, y el Santo Sepulcro. Estamos pagando el precio por las personas a las que les gusta leer y escribir, cazar y cultivar; personas de distintos rangos: ministros, empleados de la limpieza, carpinteros, maestros, cirujanos…
Estamos pagando el precio porque buscamos la vida y no la muerte, la paz y no la guerra; queremos adorar a Dios y no al hombre.
Todos los días contamos el número de víctimas, especialmente en Irak y Siria, como si de repente todos fuésemos cifras en vez de seres humanos; no tenemos valores sino número de víctimas.
Hoy les ha tocado a ellos pero mañana nos puede tocar a nosotros. La comunidad internacional observa, condena, expresa sus preocupaciones y nos envía pequeñas partidas de ayuda como para evitar tener algún tipo de responsabilidad humanitaria, social y moral. Nos encontramos indefensos y se nos dan elecciones que nos conducen a la muerte, deseando los medios más rápidos para morir y así no sentir dolor. Algunos han abandonado estos países en busca de hogares que les ofrezcan una alternativa; otros se han llevado consigo su hogar a los países más remotos para empezar una nueva vida allí.
Me pregunto, ¿hasta cuándo la comunidad internacional permanecerá inactiva?, ¿Hasta cuándo sufriremos mientras ella disfruta de la vida?, ¿Hasta cuándo seguiremos siendo víctimas mientras que la comunidad internacional se mantiene indiferente?, ¿Durante cuánto tiempo seremos siervos de leyes impuestas sin que se escuche nuestra voz?, ¿Hasta cuándo nuestros hijos seguirán bajo los bombardeos, bajo las ruedas de vehículos blindados que se estrellan constantemente y de coches bomba que barren nuestra infancia, y a aquellos que se suponen serán nuestra futura generación?
¡¿Hasta cuándo la comunidad internacional seguirá mencionándonos solo en las noticias, en las salas de reunión y durante los banquetes?!
Hasta que el momento decisivo llega y frente al cuerpo del ángel niño pensamos que Europa empezará a trabajar con nosotros reconstruyendo la reconciliación, deteniendo la guerra y construyendo de nuevo la región. Muy al contrario, ha decidido ahondar en las heridas y seguir derramando nuestra sangre, ¡esta vez quizá con buena intención! Dejando Oriente Medio sin minorías que son las que se encuentran encabezando la inmigración… cristianos, yazidis, chiitas, kurdos, entre otros; para a continuación incluso atraer a los musulmanes de mentalidad abierta, racionales y formados de nuestra Tierra Santa, ¡para finalmente, y en un segundo, convertir Medio Oriente en un punto negro donde nadie desee vivir!
Nos ha sorprendido enormemente la reacción de Europa frente a los refugiados y los que huían de un entorno en guerra. ¡¿No era más fácil trabajar en una solución política y reconstruir los países destruidos y hacerlo por las personas desplazadas sin razón?!, ¡¿No era más fácil trabajar en la construcción de la paz y en la reconciliación en lugar de aceptar el caos que ha barrido al mundo árabe?!, ¡¿No era menos costoso quedarse junto a los países de acogida y apoyarlos, así como a su infraestructura, a los servicios que garantizan una vida estable para los refugiados y las personas que los acogen por un lado, y por otro facilitar una vuelta segura a cada persona desplazada hacia su propio país una vez que la guerra acabase?!
A día de hoy los países europeos, la Iglesia en estos países y desafortunadamente Cáritas Europa también simpatizan con las personas desplazadas simplemente como una reacción emocional, hasta el punto de que no son conscientes de que esta muestra de amor desgarra más las heridas agravando así nuestra miseria.
Nuestra petición principal va dirigida a Caritas Internationalis para que acepte y dirija una campaña especial a favor de la paz en Oriente Medio, en cooperación con la UE y la Iglesia en Europa, con el objeto de detener la guerra y construir la paz por nuestra historia y nuestro pasado, por un futuro próspero para nuestros niños y por la conservación de nuestro magnífico y hermoso mosaico.
Creo que es el momento adecuado para que el mundo empiece a sanar nuestras heridas, detener nuestras lágrimas y restablecer la esperanza y la sonrisa. Ha llegado el momento de limpiar la sangre con nuestros mares sagrados; de hacer de nuestro planeta un pequeño pueblo gobernado por principios humanitarios y organizado mediante leyes por el bien de los hombres y de la naturaleza. Es un buen momento para construir una comunidad justa y pura, y una inmensa hermandad que nos conecte con la nueva humanidad y el bienestar de esta.

Esperamos recibir de usted todo tipo de ayuda económica y en especie, oraciones, ayunos y presión a los gobiernos de todo el mundo para que, de un modo positivo, intervengan y cubran todas nuestras necesidades, de manera que podamos alcanzar nuestro objetivo y que algún día veamos el mundo árabe como un lugar de paz y amor.
Quisiera darle las gracias por su tiempo e interés
.

Atentamente,

Wael Suleiman
Director General
Cáritas Jordania

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