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Emergencia en Filipinas: la red parroquial y diocesana de la Iglesia y de Cárita, clave para distribuir la ayuda

18 noviembre, 2013

“No podemos quedarnos de brazos cruzados”,afirma Demetria Omega, de 75 años y una de las víctimas del tifón

Díez días después de la llegada a Filipinas del peor tifón de su historia, la ayuda internacional sigue llegando lentamente y con muchas dificultades a algunas de las zonas más afectadas.
Según Cáritas Filipinas, varios pueblos de las provincias de Leyte, Panay y Mindoro siguen sin recibir asistencia debido a la imposibilidad de acceder a ellos. En este contexto, la red diocesana y parroquial de la Iglesia católica y de Cáritas en Filipinas se revela de gran importancia para la entrega de la ayuda.
El reto de los alimentos y el refugio temporal
“La desolación está por todas partes y las necesidades de las víctimas son muy grandes” ha constatado el padre Edwin Gariguez, director de Cáritas Filipinas, tras haber visitado algunos pueblos de la provincia de Leyte –la más afectada por “Haiyan”– que han quedado totalmente destrozados. “Cáritas se enfrenta al reto de aumentar la distribución de alimentos y de materiales para refugios temporales. La movilización de la Iglesia y la solidaridad de las diócesis vecinas y de todas las Caritas del mundo nos permiten confiar en nuestra capacidad para enfrentar los desafíos de esa gran emergencia”, añade.
En Ormoc, la mayoría de las viviendas están destrozadas y la población está tratando de recuperar materiales de sus casas para poder montar refugios temporales.
“No podemos quedarnos de brazos cruzados”
Demetria Omega, de 75 años, es una de las víctimas del tifón en esa ciudad. Al lado de sus estantes, con unas cuantas frutas y verduras, y rodeada por sus nietos, cuenta su trauma: “Cuando llegó el tifón, pensé que iba a morir. Todas las casas volaban y con mi hijo y mis nietos pasamos todas las penas del mundo para protegernos. Detrás de mí estaba mi casa, pero ahora no queda nada. Necesitamos comida, sobre todo comida y también lo necesario para poder tener un techo”.
Demetria, como el resto de los filipinos, está haciendo todo lo posible para afrontar las dificultades. “No podemos quedarnos de brazos cruzados –dice–. Yo logré tener un pequeño préstamo de 25 dólares y armé ese puesto de venta de frutas y verduras. Así espero poder apoyar a mi familia y superar esta tragedia. Es importante ser activa, hacer lo posible para mis nietos”…
“Un valle de la muerte”
Si los daños son importantes en Ormoc, lo son aún más en Tacloban y especialmente en el la ciudad de Palo, donde casi todos los edificios han desaparecido.
Monseñor John Du, arzobispo de Palo, explica que las parroquias están organizando la ayuda a las víctimas. Hoy mismo tendrá lugar en la zona una primera entrega de materiales para refugios temporales coordinada por la red internacional de Cáritas.
“Cuando miro por la ventana de mi casa, afectada por el tifón, parece un valle de la muerte”, dice el prelado. “En Palo, 95 % de los edificios han desparecido. Estamos enterrando a los cuerpos en las afueras de las parroquias. Se necesita de todo, pero la ayuda a las víctimas se está organizando y estamos distribuyendo alimentos, y, pronto, material para refugios temporales”.
Avances en logística
En Cebú tiene lugar hoy lunes una reunión entre los miembros de la red internacional de Cáritas presentes en el país, los obispos filipinos y los representantes de las diócesis afectadas con el objetivo de seguir compartiendo información y coordinar la respuesta de toda la Iglesia.
28.000 lonas para refugio temporal de emergencia han llegado a Cebú por vía aérea enviadas por la red Cáritas y otras 20.000 lonas están en camino desde Pakistán.
Ayer domingo, la red Cáritas distribuyó materiales de refugio en Ormoc a unas 1.000 familias. A lo largo de hoy y mañana se seguirá con esta operación de reparto hasta llegar a unas 3.000 familias más.
Mientras tanto, la solidaridad del pueblo filipino va pareja a la de su Iglesia: muchas personas están abriendo sus casas a aquellas que lo perdieron todo en la tormenta. Según Caritas Internationalis, podría haber hasta 900.000 desplazados que buscan refugio en otras provincias e islas.

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