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La celebración diocesana de la Jornada Mundial de los Pobres tendrá lugar hoy en la iglesia de Pizarrales

16 noviembre, 2018

El próximo domingo 18 de noviembre, XXXIII del tiempo ordinario, la Iglesia celebra la II Jornada Mundial de los Pobres, en esta ocasión bajo el lema: “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”.  Se trata de una invitación que el papa Francisco dirige a la Iglesia y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para que escuchen el grito de ayuda de los más necesitados y  “vivan esta Jornada Mundial como un momento privilegiado de nueva evangelización”.

En respuesta a este llamamiento del Papa, y unidos a la Iglesia universal, la Diócesis de Salamanca convoca a toda la comunidad diocesana a participar en la eucaristía que tendrá lugar hoy

, viernes 16 de noviembre, a las 19.00 horas en la parroquia de Jesús Obrero, en el Barrio de Pizarrales. Además, se invita a secundar esta jornada en cada una de las parroquias y comunidades de la diócesis. En este sentido la Comisión diocesana para la Aplicación de la Asamblea  ha recogido algunas sugerencias  planteadas por el pontífice en su Mensaje para la II Jornada Mundial de los Pobres y las proponen como acción para este mes de noviembre dentro su iniciativa:  “Sin el Domingo no podemos vivir”. 

ORIGEN DE LA JORNADA

La idea de impulsar esta jornada nació el 13 de noviembre de 2016, coincidiendo con el cierre del Año de la Misericordia y cuando en la Basílica de San Pedro el Santo Padre celebraba el Jubileo dedicado a las personas marginadas. De manera espontánea, al finalizar la homilía, Francisco expresó su deseo: “quisiera que hoy fuera la «Jornada de los pobres»”.

Esta jornada, que la Iglesia universal debe celebrar el domingo anterior a la fiesta de Cristo Rey,  es una ocasión idónea para poner de relieve el protagonismo de los más pobres en la vida de las comunidades. La Conferencia Episcopal Cáritas han recordado que uno de los objetivos prioritarios de esta celebración es redescubrir el valor de estar junto a las personas más pobres y vulnerables de nuestras comunidades, a través de la oración comunitaria y la comida del domingo, el banquete de la Eucaristía, como expresión de la mesa compartida en familia.

Junto a ello, se subraya también la invitación a seguir el ejemplo de la primera comunidad cristiana que perseveraba en las enseñanzas de Jesús, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones, aprendiendo a vivir unidos y compartiendo los bienes que repartían entre ellos para que ninguno pasara necesidad (Hch 2, 42. 44-45).

Tiene importancia lo que, a este respecto, critica Francisco en su mensaje, cuando confiesa que “a menudo me temo que tantas iniciativas, aunque de suyo meritorias y necesarias, estén dirigidas más a complacernos a nosotros mismos que a acoger el clamor del pobre”, al tiempo que denuncia cómo “se está tan atrapado en una cultura que obliga a mirarse al espejo y a cuidarse en exceso, que se piensa que un gesto de altruismo bastaría para quedar satisfechos, sin tener que comprometerse directamente”.

De ahí que “la Jornada Mundial de los Pobres pretenda ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de toda región para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío”. 

 

 

 

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